BES.- Nunca es tarde, creo yo.
UGOS.- Sobre todo, a quien madruga.
BES.- Siempre si la dicha es buena.
UGOS.- Seguro que Dios le ayuda.
BES.- Aunque ande yo caliente.
UGOS.- O quien bien te quiere.
BES.- Y ríase la gente.
UGOS.- O te hará llorar.
BES.- Ahí es donde las dan.
UGOS.- A rey muerto.
BES.- Seguro que ahí las toman.
UGOS.- ¡Claro!.. Rey puesto.
BES.- Más vale pájaro en mano.
UGOS.- Porque a tu casa vendrán.
BES.- ¿Qué?... ¡Ciento volando!
UGOS.- Pues de ella te echarán.
BES.- A buen entendedor…
UGOS.- Pocas palabras bastan.
BES.- Sin olvidar que infinito es el número de los tontos.
UGOS.- Infinito.
BES.- Eclesiastés I, 15.
UGOS.- Ahí me has dado.
BES.- Y me llevo una.
QUISE JUGAR
Escribir para sentir tu sonrisa
domingo, 23 de diciembre de 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
Volver
«Tengo cosas que hacer», me dije. «Tengo que volver. Volver y desempolvar ideas y palabras; romper las telarañas que bloquean las entretelas de ‘mis tareas pendientes’, y avanzar.
Tengo que abrir los ojos y oler la poesía; tengo que abrir los brazos y oler la poesía; tengo que arquear los labios y palpar la poesía; tengo que abrir el alma -despertar, volar, sonreír y ser-, y ver brotar la poesía. Tengo que volver.
Volver antes de que se me mueran los recuerdos y las ilusiones; antes de que se me mueran lo que está pasando y lo que no; lo de aquí, lo de allá y lo de más allá; la poesía, las matemáticas, la física cuántica, la lista de la compra o el último movimiento de la última partida de ajedrez… Volver antes de que se me mueran la pila del reloj, la propia muerte y ese mundo que se apaga según los profetas».
(…)
Tenía cosas que hacer. Montañas de cosas que hacer. Había pasado mucho tiempo. Un año y seis meses de silencio. De vacío. Tenía que volver. Aunque fuera solo por unas horas.
Y así, un día, después de cenar, mediodormido, reinicié: cogí el teléfono, ese al que llaman “esmarfon”, y escribí esta nota. No quería olvidar nunca más quien soy y qué quiero hacer. Nunca.
Y aquí estoy. (…) Estamos. Tú y yo.
Bienvenido, bloguero. Bienhallado. Pasa y siéntate.
En la primera fila hay sitio.
Tengo que abrir los ojos y oler la poesía; tengo que abrir los brazos y oler la poesía; tengo que arquear los labios y palpar la poesía; tengo que abrir el alma -despertar, volar, sonreír y ser-, y ver brotar la poesía. Tengo que volver.
Volver antes de que se me mueran los recuerdos y las ilusiones; antes de que se me mueran lo que está pasando y lo que no; lo de aquí, lo de allá y lo de más allá; la poesía, las matemáticas, la física cuántica, la lista de la compra o el último movimiento de la última partida de ajedrez… Volver antes de que se me mueran la pila del reloj, la propia muerte y ese mundo que se apaga según los profetas».
(…)
Tenía cosas que hacer. Montañas de cosas que hacer. Había pasado mucho tiempo. Un año y seis meses de silencio. De vacío. Tenía que volver. Aunque fuera solo por unas horas.
Y así, un día, después de cenar, mediodormido, reinicié: cogí el teléfono, ese al que llaman “esmarfon”, y escribí esta nota. No quería olvidar nunca más quien soy y qué quiero hacer. Nunca.
Y aquí estoy. (…) Estamos. Tú y yo.
Bienvenido, bloguero. Bienhallado. Pasa y siéntate.
En la primera fila hay sitio.
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